miércoles, 14 de mayo de 2014

Síndrome de Coffin-Lowry

El síndrome de Coffin-Lowry (CLS) es una forma sindrómica del retraso mental ligado al cromosoma X. El CLS se ha descrito en varios grupos étnicos y no parece ser particularmente infrecuente, ya que la prevalencia estimada es de 1 en 4500. La presentación clínica del CLS puede ser muy variada, tanto en gravedad como en la expresión de los rasgos asociados poco frecuentes. En los pacientes masculinos suele presentarse retraso del crecimiento, retraso sicomotor, hipotonía y deformaciones esqueléticas progresivas.


 Las características físicas suelen ser bastante leves durante la infancia; éstas son criterios diagnósticos e incluyen dismorfismo facial característico (hipertelorismo, nariz bulbosa, boca grande y abierta, con una lengua protruyente y labios completamente evertidos y unos dientes pequeños, irregulares o ausentes) y manos grandes y blandas, con piel laxa y dedos cortos y afilados. Algunos pacientes presentan otros rasgos que pueden incluir: sordera neurosensorial (30%), convulsiones (39%), los episodios de caída (10-20%), problemas cardiacos, agenesia del cuerpo calloso y/o dilatación ventricular, y mielopatía. 

Los individuos afectados suelen presentar un temperamento amistoso y, a pesar de lo limitado de sus capacidades verbales, tienen buena capacidad de comunicación. La mayoría de las mujeres portadoras presentan tan sólo síntomas leves. Las funciones cognitivas de las mujeres portadoras pueden estar ligeramente afectadas o ser incluso normales. El CLS es un trastorno de herencia semi-dominante ligada al cromosoma X.

 Las mutaciones que provocan pérdida de función del gen RPS6KA3 (localizado en el cromosoma Xp22.2), que codifica para la proteina quinasa inducida por factor de crecimiento, RSK2, son responsables del CLS. Hay una gran heterogeneidad alélica que, hasta la fecha, se han caracterizado hasta 120 mutaciones distribuidas a lo largo del gen, la mayoría de las cuales se han encontrado en familias aisladas. Aproximadamente un 70-80% de los afectados no tiene historia familiar de síndrome de Coffin-Lowry. El diagnóstico se basa en el examen clínico y se confirma por análisis de mutaciones del gen RSK2 (22 exones). El análisis por Western blot a partir de fibroblastos extraídos de pacientes (de una biopsia de piel), también pueden utilizarse líneas celulares linfoblastoides, para detectar las mutaciones truncantes, que representan cerca del 70% de las mutaciones en RSK2. 

El diagnóstico diferencial ha de hacerse frente al síndrome de alfa-talasemia con retraso mental, el síndrome del cromosoma X frágil, el síndrome de Sotos, el síndrome de Williams y las enfermedades de almacenamiento lisosomal. Se observa una alta tasa de mutaciones de novo (sobre un 60%), habiéndose descrito mosaicismo germinal en algunas familias. Por tanto, la ausencia de una mutación en la madre de un paciente esporádico de Coffin-Lowry no descarta el riesgo de recurrencia para los embarazos subsecuentes y debe ofrecerse el diagnóstico prenatal. El diagnóstico prenatal puede llevarse a cabo por análisis de mutaciones o por Western-blot (en cultivo de amniocitos). A día de hoy no se dispone de un tratamiento específico. 

El manejo que se aplica actualmente a los afectados se centra en el apoyo y la terapia sintomática. En particular, la pérdida de audición neurosensorial debería ser tratada en una fase temprana para mejorar la calidad de vida de los pacientes. La deformación progresiva de la columna vertebral (escoliosis y/o cifosis) puede hacer necesario el uso de cirugía en el adulto. La frecuencia de los episodios de caída parece disminuir con la administración de benzodiacepinas.